{"id":1081,"date":"2022-08-24T20:55:32","date_gmt":"2022-08-24T20:55:32","guid":{"rendered":"http:\/\/www.zatti.org\/?p=1081"},"modified":"2022-09-13T20:00:59","modified_gmt":"2022-09-13T20:00:59","slug":"postales-de-su-vida","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/zatti.org\/postales-de-su-vida\/","title":{"rendered":"Zatti: postales de su vida, en primera persona"},"content":{"rendered":"\n

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<\/p>\n\n\n\n

Emigrar y trabajar<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Llegu\u00e9 a la Argentina en 1897. Ten\u00eda 17 a\u00f1os, y tuvimos que emigrar de nuestra Italia natal buscando mejores horizontes\u2026 porque nadie se va de su tierra si est\u00e1 bien en ella.<\/strong> Nos instalamos en Bah\u00eda Blanca, y yo comenc\u00e9 a trabajar en una f\u00e1brica de baldosas. De estudios, ni hablar.<\/p>\n\n\n\n

Lo bueno era que all\u00ed hab\u00eda una casa salesiana, y fue mi segunda casa\u2026 donde crec\u00ed en la fe, participando de diferentes grupos, y al lado de los salesianos aprend\u00ed a salir a ayudar a quienes ten\u00edan m\u00e1s necesidad, a no quedarme c\u00f3modo viendo c\u00f3mo otros necesitan una mano.<\/p>\n\n\n\n

Y ahora, mirando a la distancia, creo que pod\u00eda entender los sufrimientos de tantos que viv\u00edan con muchas limitaciones\u2026 porque yo era uno de ellos.<\/p>\n\n\n\n

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La familia Zatti en 1899. Art\u00e9mides, de 19 a\u00f1os, tercero de ocho hermanos, est\u00e1 arriba al centro. Abajo, sus padres Albina Vecchi y Luis Zatti.<\/figcaption><\/figure>\n\n\n\n
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Cre\u00ed, promet\u00ed y san\u00e9<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Varias veces en mi vida experiment\u00e9 esto de que Dios nos acompa\u00f1a siempre. Sobre todo, con mis 22 a\u00f1os, en 1902, cuando enferm\u00e9 de tuberculosis<\/strong>, que en ese tiempo era mortal. Y si bien estaba en Bernal, estudiando para ser salesiano, el mejor remedio de la \u00e9poca era estar en un lugar con mejor clima. Y as\u00ed que entonces fui hacia Viedma, donde los salesianos ten\u00edan un hospital. <\/p>\n\n\n\n

El padre Garrone, quien era su director, me propuso, adem\u00e1s de las medicinas, encomendarme a Mar\u00eda Auxiliadora, prometi\u00e9ndole que si me curaba dedicar\u00eda toda mi vida a los m\u00e1s pobres\u2026 y es as\u00ed que cre\u00ed, promet\u00ed y san\u00e9. Esta actitud de confianza en Dios<\/strong> y certeza de la presencia cercana y actuante de Mar\u00eda trat\u00e9 de tenerla en toda mi vida, y la alimentaba con la oraci\u00f3n diaria y la participaci\u00f3n en todos los momentos que me ayudaban a crecer y manifestar mi fe.<\/p>\n\n\n\n

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Don Zatti, honrado en portar la imagen de Mar\u00eda Auxiliadora en una de las peregrinaciones al santuario de Fort\u00edn Mercedes. <\/figcaption><\/figure>\n\n\n\n
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Con Dios y con las circunstancias<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Nunca esper\u00e9 que mi vida como salesiano fuese ayudar a los enfermos. Pero siguiendo el ejemplo de Don Bosco, quien obraba seg\u00fan \u201cDios lo inspiraba y las circunstancias lo exig\u00edan\u201d<\/em>, estuve cincuenta a\u00f1os en el hospital salesiano de Viedma. Primero como enfermero, y luego haci\u00e9ndome cargo de todo\u2026 principalmente buscando que ese hospital fuese una aut\u00e9ntica casa salesiana. <\/p>\n\n\n\n

Y si bien con la pr\u00e1ctica fui aprendiendo mucho, se hizo necesario estudiar para prestar un servicio mejor, sobre todo a los m\u00e1s pobres, para que la farmacia del Hospital pudiese dar los remedios casi gratuitos. Y es as\u00ed que en 1917 obtuve mi t\u00edtulo de Id\u00f3neo en Farmacia, y en 1948 me matricul\u00e9 de enfermero\u2026 no para engrandecerme, sino pensando siempre en el servicio.<\/p>\n\n\n\n

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Don Zatti, a la derecha, en plena acci\u00f3n en el hospital, mientras el doctor Domingo Harostegui realiza una operaci\u00f3n. <\/figcaption><\/figure>\n\n\n\n
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En este mundo nadie sobra<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Al hospital llegaban enfermos de todos lados, sobre todo los desesperados, sin recursos.<\/strong> Yo, que hab\u00eda estado muy enfermo, los comprend\u00eda muy bien y los recib\u00eda. Me guiaba lo que Don Bosco hab\u00eda escrito a los primeros misioneros que vinieron a Argentina: \u201cCuiden especialmente a los enfermos, los ni\u00f1os, los pobres y los ancianos\u201d.<\/em><\/p>\n\n\n\n

Algunos me dec\u00edan \u201cZatti, a usted siempre le toca lo peor\u2026\u201d, cuando recib\u00edamos enfermos que otros hospitales rechazaban. Sin embargo, para m\u00ed eran lo mejor<\/strong>\u2026 porque en ellos ve\u00eda la presencia real de Jes\u00fas, teniendo presente esto de que \u201ccada vez que lo hiciste con uno de estos peque\u00f1os, lo hiciste conmigo\u201d.<\/em><\/p>\n\n\n\n

Y algunos se quedaron mucho tiempo. Me acuerdo de un muchacho macroc\u00e9falo, cuyo aspecto impresionaba, y una muda bastante inquieta, quienes, como todos los chicos, hacen sus travesuras, que a veces eran problem\u00e1ticas. En alg\u00fan momento me propusieron enviarlos a otro lugar, \u201cpara que sean mejor atendidos y dejen tranquilo al hospital\u201d<\/em>. Pero yo me opuse: \u201cEstos dos\u201d<\/em>, les dije, \u201catraen las bendiciones de Dios sobre el hospital\u201d.<\/em><\/strong><\/p>\n\n\n\n

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1940. Don Zatti con el ni\u00f1o macroc\u00e9falo<\/figcaption><\/figure>\n\n\n\n
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Con los j\u00f3venes y en comunidad<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Siempre me gust\u00f3 y me sent\u00ed parte de la comunidad de Viedma<\/strong>, participando en todo lo que pod\u00eda. Sobre todo en la vida de los j\u00f3venes, tratando de ayudarlos a crecer, en los diversos grupos que se formaban en la ciudad para proponer caminar juntos en la vida. Me gustaba compartir actividades con ellos, sobre todo las que nos hac\u00edan sentir m\u00e1s \u201ccasa\u201d, como quer\u00eda Don Bosco.<\/p>\n\n\n\n

Diariamente, tambi\u00e9n estaba muy activo en mi comunidad religiosa salesiana, con mis hermanos sacerdotes y coadjutores, con quienes compartimos alegr\u00edas y penas. Iniciamos juntos la jornada con un buen momento de oraci\u00f3n, compartimos las comidas, las tareas, las b\u00fasquedas de lo mejor para quienes necesitan una mano\u2026 y juntos afrontamos las cambiantes situaciones de la vida, con la certeza de lo que nos prometi\u00f3 Don Bosco: \u201cun poco de para\u00edso lo arregla todo\u201d.<\/em><\/p>\n\n\n\n

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Almuerzo durante la asamblea diocesana de Acci\u00f3n Cat\u00f3lica. Zatti est\u00e1 parado a la izquierda. En la cabecera est\u00e1 Jos\u00e9 Borgatti, obispo de Viedma. De pie, detr\u00e1s de \u00e9l, el salesiano Ra\u00fal Entraigas, primer bi\u00f3grafo de Zatti. <\/figcaption><\/figure>\n\n\n\n
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BOLET\u00cdN SALESIANO DE ARGENTINA – MAYO 2022<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

Llegu\u00e9 a la Argentina en 1897. Ten\u00eda 17 a\u00f1os, y tuvimos que emigrar de nuestra Italia natal buscando mejores horizontes\u2026<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":2139,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"off","_et_pb_old_content":"\n

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Emigrar y trabajar<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Llegu\u00e9 a la Argentina en 1897. Ten\u00eda 17 a\u00f1os, y tuvimos que emigrar de nuestra Italia natal buscando mejores horizontes\u2026 porque nadie se va de su tierra si est\u00e1 bien en ella.<\/strong> Nos instalamos en Bah\u00eda Blanca, y yo comenc\u00e9 a trabajar en una f\u00e1brica de baldosas. De estudios, ni hablar.<\/p>\n\n\n\n

Lo bueno era que all\u00ed hab\u00eda una casa salesiana, y fue mi segunda casa\u2026 donde crec\u00ed en la fe, participando de diferentes grupos, y al lado de los salesianos aprend\u00ed a salir a ayudar a quienes ten\u00edan m\u00e1s necesidad, a no quedarme c\u00f3modo viendo c\u00f3mo otros necesitan una mano.<\/p>\n\n\n\n

Y ahora, mirando a la distancia, creo que pod\u00eda entender los sufrimientos de tantos que viv\u00edan con muchas limitaciones\u2026 porque yo era uno de ellos.<\/p>\n\n\n\n

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La familia Zatti en 1899. Art\u00e9mides, de 19 a\u00f1os, tercero de ocho hermanos, est\u00e1 arriba al centro. Abajo, sus padres Albina Vecchi y Luis Zatti.<\/figcaption><\/figure>\n\n\n\n
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Cre\u00ed, promet\u00ed y san\u00e9<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Varias veces en mi vida experiment\u00e9 esto de que Dios nos acompa\u00f1a siempre. Sobre todo, con mis 22 a\u00f1os, en 1902, cuando enferm\u00e9 de tuberculosis<\/strong>, que en ese tiempo era mortal. Y si bien estaba en Bernal, estudiando para ser salesiano, el mejor remedio de la \u00e9poca era estar en un lugar con mejor clima. Y as\u00ed que entonces fui hacia Viedma, donde los salesianos ten\u00edan un hospital. <\/p>\n\n\n\n

El padre Garrone, quien era su director, me propuso, adem\u00e1s de las medicinas, encomendarme a Mar\u00eda Auxiliadora, prometi\u00e9ndole que si me curaba dedicar\u00eda toda mi vida a los m\u00e1s pobres\u2026 y es as\u00ed que cre\u00ed, promet\u00ed y san\u00e9. Esta actitud de confianza en Dios<\/strong> y certeza de la presencia cercana y actuante de Mar\u00eda trat\u00e9 de tenerla en toda mi vida, y la alimentaba con la oraci\u00f3n diaria y la participaci\u00f3n en todos los momentos que me ayudaban a crecer y manifestar mi fe.<\/p>\n\n\n\n

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Don Zatti, honrado en portar la imagen de Mar\u00eda Auxiliadora en una de las peregrinaciones al santuario de Fort\u00edn Mercedes. <\/figcaption><\/figure>\n\n\n\n
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Con Dios y con las circunstancias<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Nunca esper\u00e9 que mi vida como salesiano fuese ayudar a los enfermos. Pero siguiendo el ejemplo de Don Bosco, quien obraba seg\u00fan \u201cDios lo inspiraba y las circunstancias lo exig\u00edan\u201d<\/em>, estuve cincuenta a\u00f1os en el hospital salesiano de Viedma. Primero como enfermero, y luego haci\u00e9ndome cargo de todo\u2026 principalmente buscando que ese hospital fuese una aut\u00e9ntica casa salesiana. <\/p>\n\n\n\n

Y si bien con la pr\u00e1ctica fui aprendiendo mucho, se hizo necesario estudiar para prestar un servicio mejor, sobre todo a los m\u00e1s pobres, para que la farmacia del Hospital pudiese dar los remedios casi gratuitos. Y es as\u00ed que en 1917 obtuve mi t\u00edtulo de Id\u00f3neo en Farmacia, y en 1948 me matricul\u00e9 de enfermero\u2026 no para engrandecerme, sino pensando siempre en el servicio.<\/p>\n\n\n\n

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Don Zatti, a la derecha, en plena acci\u00f3n en el hospital, mientras el doctor Domingo Harostegui realiza una operaci\u00f3n. <\/figcaption><\/figure>\n\n\n\n
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En este mundo nadie sobra<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Al hospital llegaban enfermos de todos lados, sobre todo los desesperados, sin recursos.<\/strong> Yo, que hab\u00eda estado muy enfermo, los comprend\u00eda muy bien y los recib\u00eda. Me guiaba lo que Don Bosco hab\u00eda escrito a los primeros misioneros que vinieron a Argentina: \u201cCuiden especialmente a los enfermos, los ni\u00f1os, los pobres y los ancianos\u201d.<\/em><\/p>\n\n\n\n

Algunos me dec\u00edan \u201cZatti, a usted siempre le toca lo peor\u2026\u201d, cuando recib\u00edamos enfermos que otros hospitales rechazaban. Sin embargo, para m\u00ed eran lo mejor<\/strong>\u2026 porque en ellos ve\u00eda la presencia real de Jes\u00fas, teniendo presente esto de que \u201ccada vez que lo hiciste con uno de estos peque\u00f1os, lo hiciste conmigo\u201d.<\/em><\/p>\n\n\n\n

Y algunos se quedaron mucho tiempo. Me acuerdo de un muchacho macroc\u00e9falo, cuyo aspecto impresionaba, y una muda bastante inquieta, quienes, como todos los chicos, hacen sus travesuras, que a veces eran problem\u00e1ticas. En alg\u00fan momento me propusieron enviarlos a otro lugar, \u201cpara que sean mejor atendidos y dejen tranquilo al hospital\u201d<\/em>. Pero yo me opuse: \u201cEstos dos\u201d<\/em>, les dije, \u201catraen las bendiciones de Dios sobre el hospital\u201d.<\/em><\/strong><\/p>\n\n\n\n

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Zatti, junto a un grupo de ni\u00f1os internos del hospital. Entre ellos, un ni\u00f1o con macrocefalia, que cuid\u00f3 hasta el d\u00eda de su muerte. <\/figcaption><\/figure>\n\n\n\n
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Con los j\u00f3venes y en comunidad<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

Siempre me gust\u00f3 y me sent\u00ed parte de la comunidad de Viedma<\/strong>, participando en todo lo que pod\u00eda. Sobre todo en la vida de los j\u00f3venes, tratando de ayudarlos a crecer, en los diversos grupos que se formaban en la ciudad para proponer caminar juntos en la vida. Me gustaba compartir actividades con ellos, sobre todo las que nos hac\u00edan sentir m\u00e1s \u201ccasa\u201d, como quer\u00eda Don Bosco.<\/p>\n\n\n\n

Diariamente, tambi\u00e9n estaba muy activo en mi comunidad religiosa salesiana, con mis hermanos sacerdotes y coadjutores, con quienes compartimos alegr\u00edas y penas. Iniciamos juntos la jornada con un buen momento de oraci\u00f3n, compartimos las comidas, las tareas, las b\u00fasquedas de lo mejor para quienes necesitan una mano\u2026 y juntos afrontamos las cambiantes situaciones de la vida, con la certeza de lo que nos prometi\u00f3 Don Bosco: \u201cun poco de para\u00edso lo arregla todo\u201d.<\/em><\/p>\n\n\n\n

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Almuerzo durante la asamblea diocesana de Acci\u00f3n Cat\u00f3lica. Zatti est\u00e1 parado a la izquierda. En la cabecera est\u00e1 Jos\u00e9 Borgatti, obispo de Viedma. De pie, detr\u00e1s de \u00e9l, el salesiano Ra\u00fal Entraigas, primer bi\u00f3grafo de Zatti. <\/figcaption><\/figure>\n\n\n\n
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