(ANS – Ciudad del Vaticano) – En la sala “Pablo VI” del Vaticano repleta de miles de salesianos, miembros de la Familia Salesiana y devotos del futuro santo Artémides Zatti, SDB, tuvo lugar este sábado por la mañana la ceremonia de homenaje del 8 de octubre, en vísperas de la canonización del salesiano coadjutor.
Desde el principio se ha sentido el gran entusiasmo en los devotos presentes del futuro santo. Entre los primeros en entrar estuvo el Rector Mayor de los salesianos, padre Ángel Fernández Artime, acompañado de todos los miembros de su Consejo General, varios Inspectores, la Madre General de las Hijas de María Auxiliadora, Chiara Cazzuola y también Matteo Benassi, Alcalde de Boretto, ciudad natal de Zatti.
Una vez completada la audiencia con más de 3.000 miembros de la Familia Salesiana, comenzó la solemne Eucaristía, presidida por el Rector Mayor y concelebrada por decenas de salesianos: miembros del Consejo General, el Rector Mayor Emérito, padre Pascual Chávez, y varios cardenales y obispos.
“Verdaderamente es un gran regalo estar aquí, como hijos e hijas de Don Bosco, para celebrar la santidad de uno de sus hijos: hermano humilde, sencillo, migrante, salesiano”, comenzó el Rector Mayor en su homilía.
Luego empezó dibujar perfil de Zatti: recordó el testimonio que ofreció en 1915 con motivo de la inauguración de un monumento en memoria del padre Evasio Garrone, figura central de su vocación, y la frase de Zatti que hoy da lema a la canonización: “CREÍ, porque sabía por experiencia que María Auxiliadora lo ayudaba de manera visible. PROMETÌ, porque siempre fue deseo ayudar a su prójimo en algo. Y habiendo Dios escuchado su siervo, SANÓ”.
Por eso, el Rector Mayor observó a continuación que “el perfil profesional de Artémides Zatti, que comenzó con una promesa, estaba arraigado en la confianza en la Providencia, en una gran fe en el Señor y en un gran amor a Nuestra Señora Auxiliadora”. En todos sus deberes y servicios, “en el patio, como en bicicleta, en su oficina de administrador, en la sala de operaciones, en el patio, en las salas del hospital, siempre fue un santo enfermero dedicado a curar y aliviar, trayendo la mejor medicina: la presencia alegre y optimista de la empatía”.
El padre Ángel remarcó nuevamente su consagración como salesiano coadjutor: “Encontró en la figura del salesiano coadjutor el estilo de compromiso para trabajar directamente con los pobres. Su consagración religiosa, vivida en su profesión de enfermero, fue el conjunto de su vida dedicada a Dios y a sus hermanos”.
Luego subrayó también su fuerte devoción mariana, afirmando: “Toda su vida estuvo guiada y acompañada por el gran amor de Nuestra Señora. Siempre en los labios y en muchos momentos el Rosario entre sus manos, al final del día o antes de una cirugía importante, como han escrito quienes han convivido con Artémides”.
Por eso, concluyó el 10º Sucesor de Don Bosco, Artémides Zatti puede definirse con razón “Modelo de creyente y de salesiano coadjutor”, asegurando que “será un santo intercesor por las vocaciones en la Iglesia y en la Congregación salesiana, en particular en la hermosa vocación de los salesianos coadjutores”.